Por Nico Tabak / Fotos: Darío Dress y Nico Tabak
Las mujeres de maíz ofrendan la vida en las pestañas, en el silencio ofrendan el amor del mundo al viajero.
(María Silvina Ocampo, poeta nacida en Esquel, provincia de Chubut)
Día 0:
Antes de cruzarnos a la provincia de Chubut, nos propusimos hacer una visita breve por Bariloche (Río Negro), quizás porque nuestro arribo coincidía con un 8 de octubre, día de homenaje al Che Guevara, símbolo mundial y reconocido espíritu viajero que anduvo por allí junto a su motocicleta y su gran amigo Alberto Granado hace 65 años. Dimos una vuelta por el Centro Cívico y después fuimos a cenar a «Días de Zapata», excelente restaurante de comida mexicana muy bien decorado. Nati con su buena onda nos dio la bienvenida y el resto del show lo armaron unos simpáticos mariachis tocando en vivo. Al otro día, con un amanecer de cielo absolutamente celeste y sol, desayunamos e hicimos una caminata por la costanera para contemplar la inmensidad y la hermosura del Lago Nahuel Huapi. Al rato, juntamos nuestro equipo de viaje y tras un recorrido de 300 km llegamos a la Ciudad de Esquel, destino y base para el resto del viaje. Cabecera de la región en el departamento chubutense de Futaleufú, está ubicada en un fértil y ameno valle, sobre las márgenes del arroyo Esquel, rodeada por los cerros Nahuel Pan, La Cruz, Cerro 21 y La Hoya, este último conocido por el centro de esquí del mismo nombre, que cuenta con nieve hasta bien entrada la primavera.
Día 1:
A las 8 ya estábamos listos para decir presente en el último día de la temporada de nieve en La Hoya, a 13 km de la Ciudad. La combi de «Frontera Sur» nos pasó a buscar y comenzamos a sentir la adrenalina de la primera aventura del viaje. Primero hicimos una caminata en raquetas de nieve por el bosque del Cerro. Fue fabulosa gracias a Pablo, un romántico y apasionado que no sólo nos contó la historia del maravilloso lugar sino que nos confió los secretos de aquella naturaleza, cómo se asocia para protegerse, resiste ante la intervención del ser humano, nace y se desarrolla incluso frente a las variaciones climáticas. Mientras oíamos la melodía del río y nos concentrábamos con el resto de los sentidos en tanta majestuosidad, pensábamos en lo sanador de ese aire puro, en aquel viento del oeste capaz de acercarnos a la felicidad y a las cosas importantes de verdad. Después de tan extraordinaria fusión con el lugar hicimos una parada para un tentempié de licor de arándanos y chocolates elaborados en la zona e iniciamos el ascenso hacia la cumbre del Cerro, en busca de las pistas de esquí y snowboard.
La diversión total y también las caídas abruptas, comenzaron ni bien nos dio la primera indicación Patty, la instructora de snowboard. Es que mientras para mí resultaba ser el debut, Daro con la práctica de otros viajes, podía exhibir mejor su destreza. ¡Igualmente no nos importó nada ! Con los golpes venía la risa y con la risa el disfrute y la alegría por lo que estábamos vivenciando en ese mundo de oro blanco.
Día 2:
Arrancamos nuevamente tempranito camino al Parque Nacional Los Alerces en caravana de dos camionetas. En una Pablo, el Tincho Palomeque y Manu y en la otra, Martín, Daro y yo. Apenas andados los pocos kilómetros empezamos a percibir cómo se modifica el paisaje y entender el Ecotono característico de la zona. Martín, otro viajero y emprendedor, nos contó acerca de sus proyectos en Esquel, su viaje reciente a Groenlandia para realizar una travesía de más de 200 km en kayak y su próxima aventura junto a la esposa e hijos en esa misma camioneta que incluye ir por tierra hasta Alaska. Para llegar se deben recorrer 50 km (RN 259 y RP 71) hasta llegar a Villa Futalaufquen, sitio donde se encuentra el centro administrativo del Parque. Una vez dentro, se puede recorrer una superficie de 259.570 hectáreas pertenecientes a la ecorregión de Bosques Patagónicos (cipreses, lengas, arrayanes) con lagos espectaculares, como el Futalaufquen, Verde, Menéndez, Krugger y Rivadavia. Durante el circuito de aguas transparentes y picos nevadas se combina también una de las mayores atracciones del Parque, el Río Arrayanes con su impactante color turquesa. Después de algunas horas, y perdidos los ojos de tanto mirar, paramos en Puerto Chucao, armamos un rico picnic y nos sacamos una buena selfie grupal.
Día 3:
Descanso en Esquel. Este día la principal compañía y protagonista resultó ser la lluvia y la nevada suave en plena ciudad, algo que por lo que nos dijeron era poco común, incluso en invierno. Salimos a caminar, contemplando como lentamente se iban pintando los cerros hasta cubrirse completamente de blanco y nos comimos un rico asado. Digo asado y me quedo corto, porque fue un asadazo bien argento preparado por Daro y al que no le faltó ni la picada con torneo de truco y chinchón, ni el malbec cuando se prendieron las primeras leñas. Además, Berni, un viejo amigo de 054, se nos sumó con historias de viajes y anécdotas de su estadía hace ya tiempo en la Patagonia desde la ida de su recordada provincia de Buenos Aires.
Día 4:
Nos despertamos y sin perder tiempo fuimos directo en ómnibus local hasta Trevelin, un lugar precioso a 25 km de Esquel donde se completa la Comarca de los Alerces. Trevelin es un vocablo galés (tre es pueblo y velin es molino), Pueblo del Molino en alusión al primero molino harinero instalado en la zona fundado por inmigrantes de aquel país transoceánico que por el año 1865 llegaron a estas tierras patagónicas. Al ingreso del pueblo se encuentra la destacada y arbolada plaza. Decidimos aventurarnos hacia las Cascadas Nant y Fall (en galés, arroyo de los saltos), un área natural protegida que se encuentra aproximadamente a 20 km del pueblo. Para llegar a la entrada y recorrer los 4 km hasta encontrarse con los diferentes saltos de agua, recurrimos al primer «dedo» y gracias a la amabilidad de Heraldo llegamos en pocos minutos es su camioneta. Una vez allí nos rendimos ante semejante hermosura de las imponentes caídas de agua, entre ellas, La Petisa, Las Mellizas y el Salto Grande… sentimos tanta paz que decidimos hacer silencio y dejar que sencillamente se exprese la intensidad del lugar. A la vuelta, nuevamente en la ruta mi «infalible dedo», detuvo el auto de una pareja de viajeros (un cordobés y una brasileña que andaban recorriendo el sur del país) que nos llevó de regreso a Trevelin. Pero en el camino, otra sorpresa: un encuentro inesperado de Flamencos a la vera de la ruta en una imagen tan alucinante que no encuentro en el diccionario los adjetivos para describirla.
Otra vez en Trevelin y gracias a la presentación de Berni, recibimos la invitación de Marlyn y Leila, responsables de la Casa de Té La Mutisia, quienes nos contaron su sorprendente historia familiar, sus costumbres y tradiciones. Y como debíamos recuperar las energías gastadas del día, nos agasajaron con una merienda exquisita que incluyó además del rico té, una variedad de panes y tostadas con dulces de mermeladas y manteca y tortas galesas, entre las que se destacó, por su particular sabor, la torta negra galesa.
Día 5:
El Último día viajamos en micro casi 100 km al sur de Esquel (RN 259 Y RP 17). Durante el trayecto el micro recorre varios pueblos pequeños y el lago Rosario. Corcovado, es un lugar envuelto de bosques, montañas, lagos y arroyos que también articula la Comarca Los Alerces con la de Río Pico, a través de una ruta de ripio de gran belleza paisajística junto a la cordillera de los Andes, por la que se accede a hermosos lagos para la realización de actividades, entre ellas Rafting.
No quisimos desaprovechar la oportunidad y acompañados por Roy y su equipo de Rafting aceptamos el desafío de Explonatura por el Río Corcovado. Antes de lanzarnos al agua, hicimos una pasada por el vestuario a ponernos las prendas de neoprene, luego escuchamos atentos las indicaciones y medidas de seguridad y, finalmente, con la ansiedad a flor de piel nos subimos al gomón. Al inicio el río se nos presentó manso, como para evitar que nos asustemos y volvamos desesperados a la orilla, pero al ratito de sumergirnos en su interior la corriente se hizo más intensa y ahora sí, entre salto y salto, comenzó la emoción dentro del bote. De esa manera, durante una hora y veinte, recorrimos casi 13 km de la extensión de tan precioso caudal de agua transparente en un circuito que al final no queríamos que termine. Lo paradójico de esta inolvidable experiencia resultó ser que, si bien tuvo momentos de desconcierto en que a Daro y a mí nos falló la coordinación de los remos y algunas gotas nos empaparan la cara, nos permitió algo asombroso y es que abandonásemos nuestra condición de testigos de aquella maravillosa naturaleza para transformarnos en ella, sintiéndonos como nunca antes parte del río, al igual que puede serlo un intrépido pez o una bella flor.
Agradecemos a los prestadores que se hicieron cargo de nuestra estadía y que participaron de este viaje: - Esquel Apart - Almafuerte 2349, Esquel - Chubut - Tel.:(02945) 450951 - www.esquelapart.com.ar - Frontera Sur - Sarmiento 784, Esquel - Chubut - Tel.:(02945) 450505 - www.fronterasur.com - Cerro La Hoya - www.cerrolahoya.com - Casa de Té La Muticia - Av. San Martín 170, Trevelin - Chubut - Cel.:(02945) 15548354 / 480165 - www.casadetelamutisia.com.ar - Corcovado Explonatura - Corcovado - Chubut - Cel.:(02945) 15549913 / 15417221 - www.corcovadoexplonatur.com