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La gran pizza nacional

Un recorrido, porción a porción, por una de las grandes pasiones argentinas.

Por Raúl Manrupe*

Hay para todos los gustos. Desde la venerada pizza de cancha a la sofisticación de especialidades con vizcachaberberechos, o nombres que llaman a la aventura como Rocky Termineitor. Realizadas por gourmets light u oscuros maestros pizzeros de barrio. Con aceitunas descarozadas y comensales descorazonados.

La pizza es uno de los pocos ritos de celebración que tenemos los argentinos. Nadie que venga va a decir “lo mejor de la Argentina son las mujeres y la pizza”, porque la historia oficial es otra. Sin embargo, ya son cada vez más frecuentes la excursiones “pizza/birra/fútbol” que se ofrecen a los turistas internacionales que llegan a Buenos Aires. Y supimos de un jeque o príncipe que llegó desde el medio oriente con el capricho gastronómico de ir a una conocida pizzería de la Boca, voluntad que sus custodios se vieron complicados en cumplir, dado que el susodicho no podía prescindir del turbante lo que no lo hacía muy incógnito que digamos.

Pizza Argentina

De origen humilde muy comentado, podemos decir que ya superada la primera década de este siglo, la pizza se ha constituido en algo que pide lugar entre los orgullos nacionales. Muchos opinan que que la argentina es la mejor pizza del mundo. Pero lo más interesante es lo que hay alrededor de comer pizza para los locales, que va más allá de alimentarse: se trata de un momento de placer garantizado. Sí, hay diferentes pizzas: la que come un padre con un hijo (suele ser testigo de las primeras a las últimas conversaciones de hombre a hombre), la que comen los amigos, la que comen las amigas, la del bajón, la que tiene carácter de golosina. Hay pizzas de todos los sabores y colores (de billetes), pero un sentimiento generalizado que trasciende su origen itálico: en Buenos Aires la mayoría de las pizzerías son de dueños españoles y también tenemos que mencionar que la cadena de pizzerías más grande de Israel tiene dueño argentino.

Eso sí, en un pueblo tan dado a las antinomias, podemos decir que la gran encuesta pendiente debería definir si a la piedra o al molde es la elegida.

Ni el fútbol, ni el tango, ni la carne, la pizza es uno de los secretos mejor guardados entre las atracciones de este país.* Raúl Manrupe es el director de Picsa, un documental.

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