Por Rael
“Pacha” significa “tierra” en quichua y se cree que en una acepción más antigua, refería a la idea del tiempo, del ciclo de la vida. “Mama” significa “madre” y esta palabra define el lazo que une a los pueblos del Noroeste de nuestro país (y, en general, en los Andes Centrales de Sudamérica) con su tierra, con su lugar.
A la Pacha Mama habrá de honrársela, cuidándola a ella y a los frutos que da. Y celebrándola el 1˚ de agosto. Se empieza cavando un pequeño pozo en la tierra, pero el día anterior, porque en su día no se puede cavar, ni saltar, ni gritar, ni arrojar piedras. Y habrá de pedírsele que perdone nuestros errores y que nos siga brindando sus dones. Y ese pozo se llenará para corpachar (alimentar) a la Pacha Mama. Primero brasas, para sahumar la tierra y luego un buen guiso (nunca algo frito ni asado). Le convidaremos también de nuestro vino o nuestra chicha, de nuestro tabaco y nuestra yicta (masa de papa y cenizas con la que se masca la hoja de coca). Todo lo nuestro es suyo porque es la Pacha quien nos lo da.
Las simplificaciones la definen como una diosa o relatan un mito de mujer hija de dioses. Pero el concepto real de la Pacha Mama, excede todo eso, es mucho más profundo. Porque ella es la tierra misma. Es la vida misma.