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El Petiso Orejudo: Nene malo

La historia del chico que se convirtió en el primer asesino serial de Argentina.

Por Rael

Papá golpeaba al nene. Siempre. Y mucho. Mamá abrazaba al nene y dormía con él.

Miguel tenía 2 años. Un chico de 7 le dio una feroz golpiza y lo arrojó sobre una planta con espinas. Miguel sobrevivió. Fue la primera víctima del Petiso Orejudo.

El nene escondía bajo la cama del papá los pájaros que mataba arrancándole los ojos.

1912: se declara culpable a Cayetano Santos Godino, de 16 años de edad, de la muerte de Jesualdo Giordano, de 3 años, a quien le martilló un clavo en la sien. Había matado a 4 niños manera aberrante, intentó matar a otros 7 y provocó 7 incendios.

El nene tenía orejas enormes, microcefalia, era raquítico y casi muere de enteritis. Se llamaba Cayetano en honor al primer hijo de sus papás, que murió recién nacido.

Después de muchas pericias, mucho examen y mucha opinión pública, en 1923 lo llevan de un hospicio psiquiátrico al Penal de Ushuaia, el “San Quintín” argentino.

Los procesos contra Godino presentan llamativas irregularidades. La satanización del Petiso Orejudo, tiene los mismos genes que la Ley de Residencia de 1902, que ordenaba expulsar del país a todo inmigrante que alterara el orden. Inmigrantes anarquistas y socialistas, trajeron demasiadas huelgas para el paladar conservador del poder de aquellos años. Cayetano era hijo de un inmigrante alcohólico, golpeador y vago, un jugoso estereotipo para asustar a la “gente bien”.

El nene murió a los 49 años, de una hemorragia. Sus compañeros de carcel lo golpeaban y violaban todo el tiempo.

En 1947 el Penal fue clausurado y los huesos del Petiso Orejudo habían desaparecido del cementerio. Casualmente, el escritorio del último director de la cárcel tenía un fémur como pisapapeles.

El nene le dijo a la policía: “¿qué culpa tengo yo si no puedo sujetarme?”.

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