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El Quebracho: cuando la dureza no alcanza

Historia, leyendas y leyes del árbol nacional de Argentina.

Por Rael

El quebracho rogó ayuda a los dioses. Cuenta la leyenda que era un árbol de madera blanda, muy fácil de tallar, muy buscada por los aborígenes de la zona (noreste argentino, Paraguay, Bolivia, sur de Brasil) que lo llamaban Paaj. Y los dioses no sólo lo dotaron de su legendaria dureza, también le dieron lo que se conoce como flechadura o sarna del quebracho: sus flores tienen gran capacidad alergénica y pueden provocar serios problemas en la piel.

Pero los dioses no detuvieron al hombre blanco. Aquella dureza que lo defendía se convirtió en su talón de Aquiles. Quebracho viene de la expresión «quiebra hachas». Pero bien valía la pena el esfuerzo de derribarlo: madera ideal para hacer postes o durmientes para las vías férreas, excelente tanino para el curtido del cuero, leña perfecta por el perfumado calor que genera.

No hubo dioses que lo defendieran de la tala indiscriminada. En la primera mitad del siglo XX se talaron más de 500 millones de quebrachos. Se perdió el 85% de lo que fue un gigantesco bosque. Para colmo, alcanzar sus más de 20 metros de alto, al quebracho demandan entre 100 y 150 años de crecimiento.

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En 1948 se promulgó una Ley de Bosques que llegó tarde. La ley de 1956 que declara al Quebracho Colorado Chaqueño como árbol nacional, pondera su aporte al desarrollo del país sin condenar que ese aporte lo haya dejado al borde de su desaparición. Al día de hoy su depredación no cesa. Ya no hay dioses que defiendan al quebracho.

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