Logo 054

Recuerdos del ring raje

Un poco de maldad, algo de picardía, una pizca de adrenalina. El que esté libre de este pecado, que toque el primer timbrazo.

Por Rael / Ilustración: El Gory

Era un juego, una travesura. Pero con el irresistible sabor de lo clandestino. Y hasta con el diabólico cosquilleo del peligro. ¿Y si te pescaban? ¿Y si te identificaban? Porque nada como la adrenalina de hacerlo en el propio barrio. Sobre todo a esos vecinos antipáticos. Sólo había que tomar la precaución de que la cuadra estuviera desierta.

En grupo, la cosa podía estar planeada o, de pronto, uno se ponía a correr. Cuando el resto entendía lo sucedido emprendían la huida por un crimen que no habían cometido. Solidarios. O cagados en las patas. Para el caso era lo mismo.

El portero eléctrico de un edificio era un piano para una verdadera toccata y fuga en honor a Bach. Había que tener cuidado con los porteros (no con los eléctricos, con los otros, los de carne y hueso).

Saña: volvías a los pocos minutos a la misma casa. Crueldad: pegabas un pedazo de cinta scotch o una curitas sobre el botón para que el timbre no dejara de sonar mientras huías. Sólo para valientes: corrías algunos metros pero volvías caminando para pasar, justo cuando salía alguien a atender el falso llamado, con cara de yo no fui. Traición: que en el grupo hubiera un gordito o uno con una pierna enyesada. Voyeur: lo ideal era encontrar algún escondite cercano desde donde disfrutar el resultado, la cara del vecino enojado ante el engaño.

Por supuesto que uno después crecía, maduraba, llegaba a la adolescencia. No ibas a andar haciendo ring-raje como un nene. ¡No cuando uno ya salía a bailar y podía disfrutar de hacerlo a la madrugada!

Les podría contar mil anécdotas, pero los tengo que dejar. Está sonando el timbre.

Estos 20 años escribimos un montón...
¡Seguí leyéndonos!

Jujuy

Los mil colores de Jujuy

Cada metro que recorrés por esta provincia es una experiencia distinta: paisajes que cambia de formas y colores, sabores, pueblos y la gente. No hay nada como Jujuy.

Leer más »