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La huella monumental de Francisco Salamone

A pesar de lo fastuosa de su obra, su nombre parecía haberse evaporado en el olvido. Pero desde hace algunos años volvió a ser observada y estudiada.

Por Rael  / Fotos: Laura Abigador

Como tantos inmigrantes, Salvatore Salamone partió de Sicilia y llegó a la Argentina a probar suerte. Traía en brazos a un bebé, Francisco, al que contagiaría su oficio, el de la construcción. Francisco se recibirá de maestro mayor de obras en Buenos Aires y de arquitecto e ingeniero en Córdoba.

Mostrará su talento ganando medallas en Milán y Barcelona. Mostrará su carácter al embestir duramente contra la cúpula de la Sociedad Central de Arquitectos, por un sospechoso fallo que lo perjudicó.

Cementerio de Azul

Talento y carácter mostró cuando se le presentó la oportunidad de su vida: en 1935 conocerá al gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Manuel Fresco, quién se convertirá en su amigo y mecenas (mecenazgo ejercido con el dinero del estado provincial, claro). Admirador de Mussolini, Fresco saludaba con el brazo en alto y soñaba con dejar huella en la historia. La arquitectura siempre fue usada por los regímenes totalitarios como mascarón de proa. Y Salamone interpretó a la perfección el sueño de su amigo.

Municipalidad de Saldungaray

Entre 1936 y 1940 desarrolló casi 70 obras en el sudoeste de la provincia, cargadas de monumentalismo, megalomanía, futurismo y ambición. Todo esto, dicho en el contundente idioma del art decó. En cada ciudad, su obra se desarrolla en mataderos, cementerios, plazas y edificios municipales. Sobre todo en estos últimos, el contraste con el entorno era manifiesto y elocuente: pequeños pueblos de casas bajas, desparramados por la inmensa alfombra de las pampas. Todo un discurso: aquí está el Estado, la autoridad. Y ahí estaba Salomone, que obsesivamente supervisó cada detalle, a pesar de las distancias que separaban a estos pueblos, lo que lo llevó a batir un récord de horas de vuelo, según cuentan.

Caído el gobierno de Fresco, Francisco Salamone se dedicará a la pavimentación hasta su muerte en 1959. No fue si no hasta hace pocos años que su obra empieza a ser rescatada de un olvido al que cayó por haber quedado pegada a lo peorcito de la política.


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