Nota: Germán Dress / Fotos: Germán y Darío Dress.
Mi espíritu viajero, imparable ante la tentación de la aventura, hizo que este viaje sea un subidón. Era la primera vez que visitaba Tucumán y respirar esa sensación de lo nuevo me alegra el alma porque es unos de los sentimientos más copados cuando viajo.
Los primeros días estuvimos con Darío conociendo la cuidad y sus alrededores, como para empezar a conectarnos con su gente. Obviamente fuimos a la Casa de Tucumán, que la última vez que yo la vi fue en una foto en la escuela primaria, aunque pensándolo bien también en la moneda de 50 centavos. Recorrimos un poco la noche donde nos encontramos con una muy buena movida, mucha gente joven y sorprendentes mujeres, a manadas.
La aventura no se hizo esperar, a la mañana Seba y Jenny nos pasaron a buscar en una 4×4 con las cuerdas y los kayak arriba del techo. Ya la cosa pintaba bien. Fuimos hasta el viaducto El Saladillo, donde nos subimos a un puente y desde 28 metros de altura hicimos rappel aéreo. Yo me tiré dos veces, una para la foto y la otra tipo ninja hasta el suelo, estuvo bárbaro. De ahí fuimos hasta la desembocadura del Dique Cadillal donde hicimos Kayak. Varias veces tratamos de hacer piruetas, pero era imposible, siempre terminábamos boca abajo tragando toda el agua desesperados por darnos vuelta. Igual las zambullidas no venían nada mal para refrescarnos. Pasamos un día de aquellos mezclados entre la vegetación, los cerros y un sol alucinante.
Al otro día nos encontramos con Jorge en el Dique Celestino Gelsi con la canoa lista para conocer las yungas desde el agua. Paseamos observando todo lo que nos rodeaba mientras escuchábamos la sabiduría de Jorge sobre la vegetación, aves, insectos, formaciones rocosas… muy intersante. También hicimos una pequeña caminata por un cerro para tener una panorámica del lugar donde terminamos compartiendo una merienda frutal. Al regreso me sentía tan relajado que lo dejé a Jorge remando solo mientras estiraba las patas.
El día amaneció espectacular y de un minuto a otro surgió volar en parapente. Se armó un grupazo y salimos en camioneta al Cerro Loma Bola, en San Javier, donde me encontré con una vista de aquellas, de un lado una planicie inmensa y en el medio de eso San Miguel de Tucumán, atrás se veían verdes valles y hasta picos nevados. La adrenalina flotaba en el aire. Preparamos todo pero el viento nos jugó en contra y terminamos haciendo unos despegues desde donde se hacen los saltos para principiantes. Igualmente tuvo su toque de sensación y los disfrutamos mucho.
Dejamos de hacer base en la ciudad y arrancamos para Tafí del Valle. Nos recibió nublado, pero tenía su encanto, las nubes estaban tan bajas que casi podíamos tocarlas. Un espectáculo especial. Visitamos el Museo de Mitos y Leyendas donde escuchamos diversas historias, incluso de la pachamama, la misma que tanto nos da y tan poco sabemos valorar.
Los días no mejoraban, lo cual hizo que sigamos camino hacia Amaicha del Valle, un pueblo en el que sólo 5 días al año está nublado. Llegamos y estaba nublado, increíble. Por suerte el sol brilló enseguida y con Seba, guía local con toda la onda, nos fuimos a recorrer los alrededores y luego a las Ruinas de Quilmes. Un lugar especial con un paisaje formidable. Nos contó la historia y presente de estos aborígenes pre incaicos, su forma de vida, por qué eligieron ese lugar estratégico para asentarse y en especial cómo se defendieron durante 130 años con piedras y flechas contra los que aún hoy quieren quedarse con lo que no les pertenece. Terminamos el día en la casa de un artesano que nos recibió como amigos. Compartimos mates y charlamos de la vida.
Esa misma Felix nos invitó a pasar la noche en el observatorio de Ampimpa. No sé bien cómo explicar lo que sentí al observar el universo de esa manera y contemplar con total nitidez a Saturno, cúmulos de estrellas, la Luna, no paraba de sorprenderme, era como viajar por el espacio… hay que vivirlo.
Volvimos a Tafí ya con el sol a pleno. A Darío le tocaba el regreso pero yo seguía. Ese mismo día me junté con un franchute, un gallego y Charly (el guía) e hicimos un trekking al Cerro Muñoz. Las bromas y las risas nos acompañaron todo el día en medio de cascadas entre las quebradas, cóndores y una maravillosa vista de todo el valle. Al llegar a las ruinas del Fuerte Antiguo almorzamos debajo una piedra relajándonos y viviendo ese momento de placer.
La alegría continuaba ya que al día siguiente se sumaron tres más al grupo y nos fuimos a cabalgar junto al experimentado Gerónimo. Muy tranquilos subimos un cerro hasta un punto desde donde contemplamos el valle. Ahí mismo dejamos descansar a los caballos y nos quedamos compartiendo una merienda hasta el atardecer. Una aventura diferente recorrer esos paisajes a caballo.
Al regreso, ni bien entro al hostel, me recuerdan que esa misma mañana había prometido hacer ñoquis de calabaza, dije: “ostia… noooo!!!”, aún creyendo que no íbamos a ser más de siete, pero enseguida me dicen: “ah, somos 16”. Me quería morir… pero me puse las pilas y, con algo de ayuda, hice todo. Se dió una noche de aquellas.
Y sin imaginármelo, Tafí se volvió como mi casa. Me quedé casi un mes compartiendo infinitas sensaciones, no me quería ir, la alegría era constante con la buena onda que le ponían Marcos, Silvina, Valeria, Gonzalo, Charly, El Flaco, Sergio y en especial Fidel, Chichimani y Malinche, dando lugar a una amistad. Como también con Roberto de Tucumán, Seba de Amaicha y todos. Un placer.
Alojamientos
- Pasiones Argentinas Hostel (San Miguel de Tucumán).
- Nómade Hostel (Tafí del Valle).
- Los Algarrobos (Amaicha del Valle).
- Observatorio de Ampimpa.
Agencias y Excursiones
- Extremo Norte (San Miguel de Tucumán).
- Canoas Aventuras (San Migue de Tucumán).
- Parapente Loma Bola (Cerro San Javier).
- Sumajpacha (Amaicha del Valle).
- Jerónimo Cabalgata (Tafí del Valle).
- Aucache Expediciones (Tafí del Valle).
¿Dónde Comer?
- Plaza de Almas (San Miguel de Tucumán).